martes, 27 de septiembre de 2016

Dejadme hacerlo


-Ass-un... ya

(Plum)

Se mantiene unos instantes allí, recordando mientras sus pensamientos giran como una noria de ideas, cada una de ellas más dañina, más dolorosa, más llena de rabia; después, se incorpora, mira de frente, sigue pensando y habla, en un balbuceo triste, tan apagado como piensa que está su vida.

-Puo...qué

(Plum)

Un nuevo golpe, pero más silencioso que el descrito. No le duele, y aunque alguien llegase con el propósito de arrancarle la piel a tiras, quemarle vivo o hacerle punto de cruz en el forro de las pelotas, tampoco sentiría dolor. Su cuerpo no es más que un cadáver agonizante, con un corazón que late sin apenas escucharse el sonido, como si no estuviera;  dos pulmones que respiran tan en silencio que pasan desapercibidos dentro del tórax, igual que una tabla de planchar, prácticamente rígido como ella. 

Mantiene la cabeza pegada de nuevo, negando a la vez que la parte frontal de su cráneo se masajea en mullido.

-uUUMmM.

Parece bramar con la escasa energía de su cuerpo.

-uUUMmMUUUMM.

(Plum.  Plum.  Plum)

Quiere apretar los puños, mover los brazos e incluso arañar la pared, pero le es imposible, ya que solo puede desearlo, como también  que sus uñas se partan al contacto, que se claven astillas dentro de ellas y le provoquen sangre. Suele salir después del dolor, pero el dolor que tiene no la requiere.

Intenta mover todo lo descrito, y al ver que no puede ser, vuelve a bramar. Su nuez de Adán queda estancada entre dos gruesas venas, destacando en una cilíndrica garganta enrojecida y áspera, como su barba de tres días. Entonces vuelve a pensar, a sufrir porque sus recuerdos así desean que ocurra. Nació con cabeza de mártir, con un cerebro estrictamente diseñado para dar vueltas y más vueltas; para recopilar dolor, y que este último, se reparta por todo su cuerpo, como esa sangre inexistente ahora.

(Plum.  Plum .Plum)

Vuelve a machacarse, a desear tener las manos libres para apretar los puños, mirarse las muñecas, verlas igual de abultadas que las de su cuello y, ya que no puede cortarlas, al menos morderlas, porque necesita sentir un dolor físico, y no interno; hacerse daño él, no hacérselo a los demás. Necesita abrirse paso en el mundo, aunque sea en el de los muertos.

Sabe que así puede conseguirlo. Si se desangra ya no piensa

(Plum)

Ya no ve aterradores recuerdos que le repiten lo miserable que ha sido y es.

(Plum. Plum)

Ya no pide ayuda a gritos, respondido únicamente por el eco de las cuatro paredes en las que vive, pasa hambre y no cierra los ojos.

(Plum.Plum.Plum)

-UaaAAAAAAA  ¡UUU-AAAAAAAAAAAAA!

La lengua, apuntando al techo y formando una "s", desea salirse de la boca, caminar por sí sola; pero al igual que en la vida del trastornado, la presa la atrapa, y son los dientes quienes la muerden, provocándole un chispazo en el cerebro, y acto seguido, el líquido más pastoso que es la sangre, camino de la hinchazón. La escupe, y después se la traga, como lleva tragando todo sin forma de evacuar. El pecho sí, esta vez le sube y le baja, y vuelve a sentir el corazón.

El efecto del sedante se ha pasado, y cada vez que esto ocurre, la desesperación le domina.

-¡Y me lo dijo mi padre! -escucha-. Porque cuando yo era viejo los recuerdos no caminaban de la mano; y sí, efectivamente, era un tapón sin firma, desde los pirineos hasta la cordillera cantábrica. Ay, pobre hermano mío...

-¡Silencio!

-¡Y quiero muuuuucho cho cho mucho más y más! Jajajajaja. -Llora. Llora el hombre que reía, moqueando, con la cabeza gacha y diciendo que es un miserable. Segundos más tarde, vuelve a reír. Quiere contar un cuento. Sus ojos miran la oscuridad, y estos, vuelven a llorar al verlo todo del mismo color que su alma.

(Plum. Plum. Plum)

Grita, al fin por el dolor querido. Se sigue golpeando la cabeza por aburrimiento, consciente de que no adelanta nada con ello, pero sí puede morir desangrado. Quiere, necesita morir para dejar de sufrir; sin embargo, nunca le dejan. Siempre le pillan, le llevan a la celda de paredes acolchadas, y allí, se golpea, deseando desaprisionarse de la camisa de fuerza, rogando que no le inyecten más relajantes, que solo le borren la memoria, los recuerdos malignos, los pensamientos negativos, la maquinaria para hacer sufrir; y los oídos, para sin ellos dejar de escuchar al compañero de la habitación de al lado que no dice nada coherente, para que el vigilante no le mande callar, que no entre en  el interior de las cuatro paredes que le recluyen y pueda abrirse más heridas en la lengua, llorando cada quince minutos mientras se traga la sangre que, en un hospital psiquiátrico, es lo que menos duele. 

-Dejadme morir, por favor. Lo ruego. Necesito desaparecer

Lo piensa, pero le queda una amarga condena por delante.

(Plum)

2 comentarios:

  1. Holaaa José , uff , es desesperante , agonizante , has descrito perfectamente la desesperación de alguien que no quiere estar en este mundo . Cierto que cuando lo lees a mi particularmente me ha llevado a un hospital o tal vez a un manicomio donde esa persona esta debatiéndose entre los recuerdos y salir de este mundo .
    Felicidades , eres un autentico monstruo del pánico ajjajajjaja un saludo y a seguir dando leña al mono .

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    1. Hola,Campirela. Sí, esta vez creo que desde el inicio se sabe que van por ahí los tiros, en este caso no hay mucho misterio jajajaja. Muchísimas gracias, siempre. Saludos y feliz noche :)

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