-Ass-un... ya
(Plum)
Se mantiene unos instantes allí, recordando mientras
sus pensamientos giran como una noria de ideas, cada una de ellas más dañina,
más dolorosa, más llena de rabia; después, se incorpora, mira de frente, sigue
pensando y habla, en un balbuceo triste, tan apagado como piensa que está su
vida.
-Puo...qué
(Plum)
Un nuevo golpe, pero más silencioso que el descrito.
No le duele, y aunque alguien llegase con el propósito de arrancarle la piel a
tiras, quemarle vivo o hacerle punto de cruz en el forro de las pelotas,
tampoco sentiría dolor. Su cuerpo no es más que un cadáver agonizante, con un
corazón que late sin apenas escucharse el sonido, como si no estuviera; dos pulmones que respiran tan en silencio que
pasan desapercibidos dentro del tórax, igual que una tabla de planchar,
prácticamente rígido como ella.
Mantiene la cabeza pegada de nuevo, negando a la vez
que la parte frontal de su cráneo se masajea en mullido.
-uUUMmM.
Parece bramar con la escasa energía de su cuerpo.
-uUUMmMUUUMM.
(Plum.
Plum. Plum)
Quiere apretar los puños, mover los brazos e incluso
arañar la pared, pero le es imposible, ya que solo puede desearlo, como
también que sus uñas se partan al
contacto, que se claven astillas dentro de ellas y le provoquen sangre. Suele
salir después del dolor, pero el dolor que tiene no la requiere.
Intenta mover todo lo descrito, y al ver que no puede
ser, vuelve a bramar. Su nuez de Adán queda estancada entre dos gruesas venas, destacando
en una cilíndrica garganta enrojecida y áspera, como su barba de tres días.
Entonces vuelve a pensar, a sufrir porque sus recuerdos así desean que ocurra.
Nació con cabeza de mártir, con un cerebro estrictamente diseñado para dar vueltas
y más vueltas; para recopilar dolor, y que este último, se reparta por todo su
cuerpo, como esa sangre inexistente ahora.
(Plum. Plum
.Plum)
Vuelve a machacarse, a desear tener las manos libres
para apretar los puños, mirarse las muñecas, verlas igual de abultadas que las
de su cuello y, ya que no puede cortarlas, al menos morderlas, porque necesita
sentir un dolor físico, y no interno; hacerse daño él, no hacérselo a los
demás. Necesita abrirse paso en el mundo, aunque sea en el de los muertos.
Sabe que así puede conseguirlo. Si se desangra ya no
piensa
(Plum)
Ya no ve aterradores recuerdos que le repiten lo
miserable que ha sido y es.
(Plum. Plum)
Ya no pide ayuda a gritos, respondido únicamente por
el eco de las cuatro paredes en las que vive, pasa hambre y no cierra los ojos.
(Plum.Plum.Plum)
-UaaAAAAAAA
¡UUU-AAAAAAAAAAAAA!
La lengua, apuntando al techo y formando una
"s", desea salirse de la boca, caminar por sí sola; pero al igual que
en la vida del trastornado, la presa la atrapa, y son los dientes quienes la
muerden, provocándole un chispazo en el cerebro, y acto seguido, el líquido
más pastoso que es la sangre, camino de la hinchazón. La escupe, y después se
la traga, como lleva tragando todo sin forma de evacuar. El pecho sí, esta vez
le sube y le baja, y vuelve a sentir el corazón.
El efecto del sedante se ha pasado, y cada vez que
esto ocurre, la desesperación le domina.
-¡Y me lo dijo mi padre! -escucha-. Porque cuando yo
era viejo los recuerdos no caminaban de la mano; y sí, efectivamente, era un
tapón sin firma, desde los pirineos hasta la cordillera cantábrica. Ay, pobre
hermano mío...
-¡Silencio!
-¡Y quiero muuuuucho cho cho mucho más y más!
Jajajajaja. -Llora. Llora el hombre que reía, moqueando, con la cabeza gacha y
diciendo que es un miserable. Segundos más tarde, vuelve a reír. Quiere contar
un cuento. Sus ojos miran la oscuridad, y estos, vuelven a llorar al verlo todo
del mismo color que su alma.
(Plum. Plum. Plum)
Grita, al fin por el dolor querido. Se sigue golpeando
la cabeza por aburrimiento, consciente de que no adelanta nada con ello, pero
sí puede morir desangrado. Quiere, necesita morir para dejar de sufrir; sin
embargo, nunca le dejan. Siempre le pillan, le llevan a la celda de paredes
acolchadas, y allí, se golpea, deseando desaprisionarse de la camisa de fuerza,
rogando que no le inyecten más relajantes, que solo le borren la memoria, los
recuerdos malignos, los pensamientos negativos, la maquinaria para hacer
sufrir; y los oídos, para sin ellos dejar de escuchar al compañero de la
habitación de al lado que no dice nada coherente, para que el vigilante no le
mande callar, que no entre en el
interior de las cuatro paredes que le recluyen y pueda abrirse más heridas en
la lengua, llorando cada quince minutos mientras se traga la sangre que, en un
hospital psiquiátrico, es lo que menos duele.
-Dejadme morir, por favor. Lo ruego. Necesito
desaparecer
Lo piensa, pero le queda una amarga condena por
delante.
(Plum)
Holaaa José , uff , es desesperante , agonizante , has descrito perfectamente la desesperación de alguien que no quiere estar en este mundo . Cierto que cuando lo lees a mi particularmente me ha llevado a un hospital o tal vez a un manicomio donde esa persona esta debatiéndose entre los recuerdos y salir de este mundo .
ResponderEliminarFelicidades , eres un autentico monstruo del pánico ajjajajjaja un saludo y a seguir dando leña al mono .
Hola,Campirela. Sí, esta vez creo que desde el inicio se sabe que van por ahí los tiros, en este caso no hay mucho misterio jajajaja. Muchísimas gracias, siempre. Saludos y feliz noche :)
Eliminar